martes, 8 de enero de 2013

APRENDER JAPONÉS EN UN MES SIN "ESTRÉS" (Parte segunda: Salir a dar una vueltecita)

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AL LADO:
Portada de un libro que supera todas las previsiones posibles sobre métodos de aprender idiomas. Intitulado "Hablar japonés en quince días", cuando lo vi en la tienda no pude menos que abrirlo. Al observar que en su interior contenía miles de palabras en lengua del Sol Naciente -junto a frases enteras escritas en hiragana, katakana y kanji...-; me planteé si yo era absolutamente idiota, o bien si aquel que lo había escrito fué un marciano (o un habitante de algún planeta donde el día sideral durase al menos seis meses). Por lo demás, quizás debió pensar el autor de tan prodigiosa publicación que haciendo una sopa con las hojas de su libro, algún ser humano podría parlar en algo más de dos semanas la lengua de los nippones... . Ahora recuerdo que sobre un tema parecido, oí narrar a un experto cómo aleccionaba animales culturalmente, haciéndoles engullir las publicaciones que a él se le hacían intragables. De tal manera afirmaba que tenía por costumbre dar de comer a las cabras de su pueblo los ejemplares de obras que no le eran muy gratas -tras haberlas leido y considerarlas indigeribles-. Narrando que el día que entregó a aquellas cabritas una copia de "Así hablaba Zaratustra -libro para todos y nadie-" comenzaron las pobres a tener fuertes dolores gástricos, muriendo la manada entera con terribles diarréas. Tras ello, el cabrero le juró odio eterno, sin haber comprendido nunca lo que él intentaba explicar: Que el causante de tanto mal no fue él, sino un alemán de nombre Friedrich Nietzche... .
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ABAJO: Fotografía mía en lo días que cumplí los dieciseis años, junto al Budha de Kamakura y tras llegar a Japón por primera vez en Julio de 1977. Mi madre llevaba repitiéndome desde que era muy niño, cómo yo había nacido gracias a un médico japonés. No sabiéndo qué interpretación tenían aquellas palabras de mi progenitora, nunca le hice mucho caso y ni siquiera quise investigar qué significaba "esa extraña historia". Pero al llegar a Japón (donde viajaba con mis padres y mis tres hermanos), tuve la curiosidad de saber qué relación podía tener en mi vida un médico de un pais tan lejano. Allí y junto a este Budha de dimensiones colosales -rodhias y nunca mejor dicho- pregunté a mi madre por esa rara historia que explicaba mi aparición en el Mundo. Ella, sin inmutarse dijo mirando a mi padre con un gesto de bastante juerga: -"Bueno, no has nacido solo gracias a un ginecólogo japonés... . Diremos que había por medio también otro alemán. El de aquí se llamaba Ogino y el de Alemania Knaus"- . Poco después supe que ambos (los doctores Ogino y Knaus) habían ideado un método anticonceptivo que fallaba más que la escopeta del malo en una película americana. Así que comprendí que mi aparición en la vida se debía fundamentalmente a una chapuza japonesa y alemana; algo insólito donde parece que los científicos son infalibles. Desde entonces soy un amante de lo chapucero, sobre todo si procede de paises y culturas tan perfeccionistas como la japonesa; donde he visto y he comprobado que admiran y aman lo imperfecto (aún más que lo exacto y lo bien medido). De tal manera en idioma nippon "chapuza" se dice de forma casi igual como se pronuncia la palabra que se traduce por "en su justa medida y perfección"; siendo la primera IKAGÉN y la segunda I-IKAGÉN.


Si en aquellos días en que me veo arriba fotografiado -hace ya la friolera de treinta y cinco años, cuando cumplía yo los dieciseis-; sin por aquel entonces me hubieran dicho lo que yo iba a vivir y a pasar en Japón, a nadie hubiese creido (ni una sola palabra). Puesto que si verdad es, que para saber lo que es la vida, tan solo se precisa vivirla; para comprenderla en Japón, puedo asegurarles que hay que existir varias veces. Ello porque ningún occidental pudiera entender "de primera mano y a simple vista", qué significa el aire, la luz o el agua, en el País del Sol Naciente. No digamos ya, qué sentido tiene allí, la familia, la vida o la muerte; que para aquellos habitantes de nuestras antípodas culturales son verdaderamente conceptos tan distantes como distintos y tan diferentes como diferidos, a los nuestros.
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Pese a ello, cuando se llega al Japón lo primero es adaptarse, algo que nunca debemos de hacer al modo "europeo", siguiendo la máxima: "En Roma haz lo que los romanos hagan". Ello porque si intentamos emular a un japonés de seguro tan solo podemos durar vivos allí unos días, o a lo máximo semanas... . Algo que sucede no solo por el ritmo de vida que llevan los nippones, siendo aquel un pueblo insomne donde ni siquera los niños duermen más de siete horas diarias (claro... que después se olvidan de crecer). Sinó también por sus costumbres, por lo poco con que se alimentan -carente comunmente de grasas animales-, junto a lo mucho que suelen "pimplar". Si a ello, le unimos las horas de trabajo, que entre unas cosas y otras nunca bajan de cincuenta semanales; nos sale un "cocktail" que aplicado a un españolito de a pié puede hacerle reventar en unos dias.
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Ello porque para hacer vida de japonés debe uno despertarse antes de las seis y media, desayunar fuerte, salir una hora después a trabajar, donde ha de llegar perfectamente trajeado, encorbatado y documentado. Arribando al currele tras pasar varias horas de transporte, rodeado de fumadores y apiñado cual sardina enlatada, para estar al menos allí hasta las cinco o seis (comiendo un simple tente-en-pié y "vigilado" por todo el entorno, ya que se trabaja en grupo). Tras ello, llegará la hora de la cena de negocios, que sucede entre las seis y las nueve de la tarde y donde es de rigor cogerse una cogorza -comunmente a diario-; regresando a casa como una cuba, desesperado por no haberse dedicado a la política y por no haber podido llevar mejor vida. Tras llegar después de las diez al hogar, se meterá el ínclíto -o la madre, si es ella la "cabeza"- en el baño común ("ofuro"), al cual le envía la mujer (o los hijos) por el olor que trae a bodega y a tabaco. Durmiendo el padre o la madre de familia poco después y siempre más tarde de las once, tras narrar a todos con los que cohabita en la casa, las peripecias del día y contar lo dura que es la vida (donde solo son felices los que "chupan del bote"...).
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Por cuanto exponemos decimos como consejo que si vas a Japón, nunca hagas lo que los japoneses hacen, a menos que desees durar apenas unos días. Ya que los humanos normales no tenemos ni resistencia, ni capacidad para llevar ese ritmo de vida; en el que las personas trabajan seis dias semanales, durante los que beben como cosacos (a diario) y se levantan todas las mañanas a las seis y media, para entrar en el trabajo hora y media después, en perfectas condiciones -encorbatados y si apenas tener ni ojeras-. De qué pasta o carne están hechos los japoneses, ya ni me lo planteo; pues tan solo entre ellos me preocupo poder llevar su ritmo de vida y sobrevivir a ellos (para lo que preciso dormir casi el doble, apenas tomar alcohol y cuidarme como un atleta -entre otras cosas-). De tal manera y por lo allí "sufrido", mi consejo es este: Si vas a Japón, nunca creas que puedes ser como ellos, porque de otro modo te puedes ver con unos dolores de huesos y músculos terribles (por sentarte a charlar, estudiar y comer en el suelo), con unas resacas terribles (por cuanto te han llenado el vaso en cada cena); o pasando más apuros que un cura en una playa nudista (al intentar copiar sus costumbres, vivir como ellos, o -simplemente- imitar su ritmo de vida).

AL LADO:
De izquierda a derecha: Un Champú, un tubo de pasta de dientes y otro de crema depilatoria. Estos tres artículos los encontrará de continuo en cualquier baño de Japón; zonas que al ser comunes pueden llevarle al desastre. Pues como le digo, es muy normal que la crema depilatoria se halle junto al champú y hasta al lado de la pasta de dientes; por lo que estando todo escrito en japonés pudiera tener tremendas confusiones. La menos grave sería echarse el dentífrico sobre la cabeza, o usar el champú para lavarse los dientes, lo que simplemente le daría un olorcillo a menta al pelo o un saborcillo malo a la mañana. Pero mucho peor es si usa la crema depilatoria para la función de champú; algo que le haría salir de la ducha o la bañera (ofuro) como un bonzo novicio -con menos pelo que un caracol en Sevilla-. No siendo menos el disgusto si utiliza como pasta de dientes la crema para depilarse (cuyo envase es casi igual) y que en verdad le dejaría "sin pelos en la lengua". Por todo ello, mi consejo personal es que solo use botes y cosas propias y no robe nunca cremas ni jabones de otras personas en los ofuros japoneses (por muy buenas marcas que vea en los apetecibles envases de otros). Se lo dice uno que ya ha sufrido bastantes "accidentes" de este tipo... .
ABAJO: Mando del WC que se llama "TOTO" comunmente y contiene unos grifos y mangueras interiores para hacer la función de bidet. No tenga miedo a un mal contacto y siéntese con confianza, pues por suerte la tensión eléctrica en Japón es muy baja (solo 120 voltios), de lo que si sufre un corto circuito no quedará muy dañado en sus "bajos". Por lo demás, el éxito en su uso consiste en sentarse sin temor y convertirse en un autodidacta de este instrumento; dando a cuantas teclas se puede hasta obtener la función requerida. Sin miedo pero sin pausa, todas las mañana practique un poco en el "TOTO" (cuando sus compañeros de vivienda se hayan ido y lo tenga para Ud. solo) y verá que pronto se sentirá como un verdadero contuctor de F-1 en tan inimaginable habitáculo -nunca mejor dicho, puesto que los WC en Japón son tan pequeños como reducidos y apartados; sin medir más de un metro cuadrado allí puede uno sentirse como una gallina de jaula-.


Pero tras los consejos anteriores, pasemos de nuevo a las lecciones de vida y supervivencia en el Japón; entre las que hoy veremos el saludo y la comunicación más común (utilísimo, cuando uno sale de la casa -sobre todo solo-). Puesto que en el artículo de hoy vamos a atrevernos a salir ya del hogar, incluso sin compañía; pero eso sí, una vez que ya nos hemos acostumbrado a cuantos extraños objetos y seres nos rodean. De tal modo, esta mañana en la que Ud. se ha propuesto iniciarse a la aventura de darse un paseito por cualquier ciudad japonesa sin la ayuda de nadie, ha comenzado bien. Como ve y gracias a mis consejos, no ha robado jabones ni cremas, lo que le ha facilitado no lavarse el pelo con depilatoria, ni menos usar de otro modo este bote para depilarse, que tanto dejan las japonesas junto al dentífrico. Tiene pelos en la lengua y en todas las zonas visibles, lo cual es un logro; tanto como tampoco se ha lavado los dientes con champú y ni siquiera ha usado el dentífrico a modo de jabón... ¡Por cuanto, ya estamos de enhorabuena!.
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Siendo así y viendo que ya es la hora en que sus compañeros de vivienda se ausentan, pase a las prácticas autodidácticas sobre el "TOTO" (como es llamado este WC japonés que por no faltarle de nada, a veces hasta nos habla). De tal modo, si entra en un retrete de este país y oye voces, no crea que es Ud. un visionario, sinó que el asiento que ha de utilizar le está dando órdenes, consejos o pidiendo que pulse sus teclas. Ud. ni caso, no se preocupe de nada y si oye ruidos o voces raras, apriete botones... PERO ESO SÍ, SIEMPRE SENTADO, pues de hacerlo de pié aquellas mangueras y chorros destinados a la higiene íntima, pueden salir disparados hacia su persona. Algo que sucede habitualmente a todos quienes desean aprender como funciona el WC automático (sin seguir mis consejos) y luego no se atreven ni a salir del baño al quedar hechos "una sopa" y haber dejado el habitáculo como un bebedero de patos.
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Tal como decimos, entre sin miedo al "lugar de retiro" y allí haga las prácticas necesarias para pilotar el invento, ya que de otro modo puede ser diabólico hallarse sin manual de instrucciones ni conocimientos, debiendo darle uso a tan imprescindible invento. Al abrir su "tapa" verá sobre aquella escritos multiples mensajes en japonés; pero Ud. ni se preocupe, aquello no va con nosotros los extranjeros, son solo cosas para los japoneses. Tampoco se asuste al observar en "aquella tapadera" referencias a conexiones, tomas de tierra y electricidad; en Japón todo es muy seguro y más si se trata de cuidar las zonas bajas. Siga por ello su inuición y aprenda de un modo autodidáctico el uso del "TOTO"; tenga plena confianza de sí mismo y si duda de que pudiera dominarlo correctamente piense que hay quienes tocan en el piano las obras completas de Chopin sin saber una nota de solfeo (¡Todo ello de oido y aprendido sin método alguno; cuanto más va Ud. a tener problemas por unos simples botones...!).
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Tras haber aprendido el uso correcto del "TOTO" W.C. japonés no olvide que sobre aquel va a caer un chorrito al tirar de la cadena. Este grifo que automáticamente se acitiva sirve para lavarse las manos (tal como muestra la foto de abajo), debido a que no hay comunmente espacio para un lavabo. Ello supone que el agüita que cae por encima, no es un simple adorno; tanto como la toalla que tiene Ud. a su lado tampoco es para secarse lo que algunos me han preguntado. Todo esto (grifo y toalla) se usa para lavarse las manos con la "fuentecita" que lleva el agua hasta la cisterna y tras ello, para secarlas. Por cierto, al escribir sobre este tema recuerdo un mexicano que conocí en Japón quien estaba totalmente adaptado; tanto que escribía bien en kanji y hablaba perfectamente el idioma nippón. Pero charlando con él me confesó que trás veinte años viviendo -y viniendo- en aquel pais, todavía no entendía por qué las cisternas tenían ese grifo superior por donde salía agua a modo de fuente. Me quedé muy intranquilo con su cuestión y no sabiendo qué responderle le dije que mejor nunca más le daría la mano... . Sorprendido el pobre me preguntó por qué y al contestarle yo "porque no se las lavaba después de", me dijo con cara de susto: "¿Cómo lo sabes?". Mi respuesta le explicó para que servía aquel chorrito de las cisternas, en Japón.

AL LADO:
Tapadera del "TOTO" japonés cargada de edictos, mensajes y consejos. Tiene hasta advertencias sobe las tomas eléctricas y las conexiones. Ud. ni caso; pues si nos detenemos en detalles como este podemos perder la vida en bobadas. Si se queda allí "pegado" debido a una mala conexión, no se preocupe que a mí me ha pasado y son solo 120 voltios; apenas te da más que un masaje, un tanto brusco. Por cierto, asegúrese de vez en cuando que "tenga metida" la toma de tierra; es un cable verde que ha de estar introducido en la pared... .
ABAJO: El susodicho "chorrito de la cisterna". Esta fuentecita no es de adorno (como muchos gorrinos afirman) sino que al ser los "cuartos WC" tan pequeños, comunmente no cabe en ellos un lavabo; por lo que el agua de la cisterna sale por ese grifo que se usa para lavarse las manos. Tras ello, nos podremos secar con la toalla de al lado, que nunca debe usarse de otro modo (como algunos me han llegado a preguntar...).


Tal como decimos, hoy ya es un gran día, tanto que vamos a atrevernos a salir a pasear solos por una ciudad japonesa (e incluso a saludar algunos vecinos con los que quizás nos crucemos). Para ello seguiremos las instrucciones del libro que me decía Paco de Antequera debía escribir, con el fin de enseñar a hablar japonés a cuantos llegaran de primeras a este país. Tristemente no pude cumplir en vida del maestro y buen amigo de Antequera su deseo, pero hoy sigo con las ideas de aquel librito que él deseaba que redactara y que de haberlo hecho mientras el guitarrista vivía lo hubiera titulado: "COMO APRENDER JAPONÉS EN UN MES, SIN ESTRÉS".
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Aquel método para aprender la lengua del Sol Naciente, en sus primeros capítulos tenía una "segunda fuente" de inspiración, que procedía de un personaje ajeno a Paco de Antequera. El segundo "inspirador" del libro mío (no escrito) es un empresario curioso que conocí en España hacia 1980, donde ví como este compatriota siempre saludaba a los japoneses diciendo: "Coñito-va"... . Con asombro ví que aquellos "pobres nippones" contestaban a "este individuo" perfectamente (tras su extraña frase) y hasta haciéndole la consabida reverencia japonesa. Tras lo que pude enterarme que aquello sucedía porque en japonés "hola" (el saludo normal) es: "Konichiwa". Así que, aprovechando el parecido de palabras, aquel empresario hispano nunca se olvidaba de como "saludar en su idioma" a quienes se llegaban desde Tokio hasta su fábrica de Madrid, soltando ese "coñito va"; que tan perfectamente bien era aceptado y contestado por los educadísimos nippones que le visitaban. De lo que si para alguien sirviera, ya sabemos cómo no olvidarse de decir "hola" (durante las horas del día) en el pais del Sol Naciente.
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Decimos que el saludo es "KONICHIWA" durante las horas del día porque muy de mañana (hacia las horas iniciales, o en la primera vez que nos vemos durante la jornada) hay que decir "OHAIO"; algo que suena más bien como "hoja yo". Tanto que si lo pronunciamos tal que así: "HOJA YO"; no solo nos van a entender perfectamente, sinó que nos contestarán con la misma palabra (a la que añadirán a veces "gotzaimasu", que es un aumentativo de cortesía; es decir: "Muy buenos días"). Por lo demás, durante las horas en las que el Sol ya se ha puesto, ya no podemos decir lo de "coñito-va" (KONICHIWA) y debemos de saludar como "KOMBA-WA" de lo que nos podemos acordar con las palabras "con baba", que suenan bastante parecidas. Siendo así que los saludos nemoténicamente recordados resultan en el idioma de Mishima: "Buenos días" = "HOJA-YO"; "Hola" (durante el día) = "COÑITO-VA"; y finalmente "Buenas noches" = "CON BABA".


JUNTO ESTAS LINEAS:
Si después de aprender a saludar con las reglas nemotécnicas que le he enseñado, se dá la vuelta y vé un calendario como este, colgado de la pared de la casa que habita... No se desanime, está Ud. en Japón y ellos lo entienden todo; el único que está completamente perdido es Ud.; pero no se sienta solo ni mucho menos se acompleje. ¡Tire "pa alante" y anímese a salir a la calle a darse una vueltecita!. Que ya sabe Ud. saludar y decirles a todos "hola" y "buenos días". Por cierto, si le contestan algo, ni se preocupe que siempre va a ser las mismas preguntas: "¿De dónde vienes?, ¿De dónde te has escapado? o ¿Sábes volver a tu casa?". Asienta todo con la cabeza y siga hacia delante. ¡Que no decaiga el ánimo!.
EN LA IMAGEN DE ABAJO: Por cierto, nunca se afane en buscar mapas ni objetos que puedan orientarle. Para empezar las calles carecen de nombre y para situarse hay que decir por ejemplo: -"Tras el puente viejo junto al velódromo, dos calles después, a la izquierda y antes de la panadería "tal" (o del Pachinko "cual"), allí deseo ir..." -. Las casas carecen de número y nombre de vía, lo cual aumenta tanto el laberinto de calles y de barrios que hasta la aparición del GPS los taxis antes de aventurarse a entrar en un barrio (o una zona de la ciudad) que desconocían, te abandonaban; haciéndote bajar del vehículo afirmando que se iban a perder horas allí. "Pues si tú te pierdes no veas yo", les decía con cara de pena, a ver si se atrevían a entrar al barrio que yo necesitaba llegar; pero aquello debe ser tal jungla que te dejaban más tirado que una colilla, antes de intentarlo. Pese a todo, con mapas como los que vemos en la foto y que señala este simpático dinosaurio, llegan a todos lados. Algo que en verdad y para cualquier ser humano normal (no japonés) parece un misterio....



Muchas otras lecciones de este japonés rápido y "bienhablado" se me fueron ocurriendo hace ya más de quince años, con el fin de comenzar ese libro que deseaba titular: "Como aprender japonés en un mes, sin estrés". Un profundo estudio idiomático que entonces preparaba, pero que no llegué a culminar, pese a que de aquel "trabajo filológico" que entonces tanto deseaba escribir, recuerdo alguna de las primeras páginas y lecciones (que ya tenía bien preparadas). El comienzo, como es normal, ciertamente se referían al uso y costumbres en saludarse y despedirse. De tal manera explicaba como en japonés "¿Qué tal estas?" se dice algo similar a "¿Genki desu-ka?"; pero para que a uno le entiendan y recordarlo todo bien debiera preguntarles: -"¿Que quinqui estás?"-. Tras lo que veremos como los niponnes comunmente nos contestan: "Genqui"; que significa "bien"; lo que reamente podemos sustituir por: "Quinqui".
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De cuanto vemos, ya hemos aprendido la primera parte, que trata sobre el saludo. Sabiendo que comunmente se presenta uno diciendo: "Coñito-va" ("Konichiwa" = Hola). Tras lo que se debe añadir: "¿Qué quinqui estás?" ("¿Guenki des-ka?" = ¿Qué tal estás?). Cuya inmediata respuesta es: "Quinqui" ("Guenki" = Bien). Aunque mucho más fino es cuando contestamos a un japonés tras la pregunta ¿Guenki des-ka?, la respuesta: -"Hai o cague samade"-. Esta última frase significa que uno está muy bien, "gracias a su sombra" y aunque todo ello nos parezca un chiste, es verdad como la vida misma. Y por cuanto digo, es lógico que no hayamos querido "traducir a fonética" hispana esta última frase protocolaria, que debe siempre pronunciarse y que ya sabemos, significa: "Bien, gracias a mi sombra" - en japonés: "Hay, o cague samade"-. Debido a que su sonido es bastante "cacofónico" (por no decir otra cosa). De ello, habiendo comentado este punto con algunos españoles, muchos me aseguraban que la última palabra debe ser "transcrita" como "su madre". Así, y como las primeras están más que "claras" ("Hay, o cague"), el resultado de una "transliteración" de la frase completa pudiera ser más que terrible... .
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Por tanto y por cuanto vemos, ya podemos salir a la calle y saludar; incluso responder y preguntar sobre "qué tal está" aquel al que nos encontramos (Qué quinqui que estás); conociendo que nos dirán comunmente aquello de "Hay o cague sa made" y que significa aquello de: "Si, bien, gracias a mi sombra". Frase que no dejará nunca de inquietarnos desde el punto de vista de la fonética ibérica y de la tradición "Peter-Panesca", ya que la sombra parece ser algo también muy útil en el Japón. Con ello y con algunos consejillos más que damos en los pies de las fotos siguientes, podremos salir de casa en las ciudades japonesa (andando, por supuesto; otro día iremos en bici hasta un lugar indeterminado...).

AL LADO:
Si salimos paseando a pié, no debemos tener miedo de lo que pone en las calles, puesto que mensajillos como este que vemos pueden solo estar escritos para los coches o las bicis. Pese a todo, no crean que es tan fácil, puesto que los miles de metros de vias, calles y cruces, que veremos pintados con textos en kanji, hiragana y katakana, nos van a hacer dudar de forma estrepitosa. Lo mejor al final es ir muy seguro y si les ves cara de susto (o de raros) es que te has metido donde no debías; pones entonces tú "cara de sueco", y sales de la vía como si nada. Creerán que hasta has leido correctamente el cartelito de turno.
ABAJO: Este que vemos en la foto es el típico paso de peatones en un semáforo en una ciudad japonesa. Aunque no lo creamos es altamente útil, ya que pese a no entenderse "ni el potito" de lo que pone en los cartelitos, hay una botella de leche y el letrero "LAWSON". Esta puede ser una referencia de gran valor en caso de perdernos, si memorizamos bien el semáforo y recordamos para donde "apunta" la botella de leche. Llegando a poder recordar que hacia el lado opuesto de la citada leche, es donde uno vive... .





AL LADO:
Uno de los grandes "tesoros" que uno puede hallar en las calles de Japón (cuando estás recién llegado) es este símbolo de los barberos. Se trata de una señal mundial y no solo sirve para conocer dónde se corta uno el pelo (algo no muy útil de andar perdido por las calles); sino que sobre todo puede ser un punto de orientación. Ello debido a que ni las señales de los edificios, ni los carteles de las calles, ni menos los rótulos de las empresas; sirven para orientarnos bien (ya que apenas se entienden al estar comunmente en hiragana, katakana, o kanji). Una seña como esta de la peluquería, junto al cartel cercano de un concesionario (de Honda o de Toyota), pueden servirnos claramente de puntos de apoyo para poder caminar tranquilamente por las ciudades, sin perdernos.
ABAJO: Algo imprescindible para salir a pasear por una ciudad en Japón, es tomar siempre zonas de referencia. Ponemos como ejemplo esta foto donde se observa claramente el edificio que es el del Ayuntamiento y el puente. Si memorizamos bien esta vista, ya podremos andar durante kilómetros sin temor a perdernos y pudiendo regresar hasta este punto siempre que lo deseemos (bastando para ello llegar hasta el rio y seguir el curso hasta hallar de nuevo el puente). Muy desaconsejable es guiarse por ejemplo por máquinas de tabaco o de bebidas que aunque contienen las letras en signos alfabéticos y son fáciles de recordar, tienen el problema de que en Japón las guerdan en el interior de las tiendas, o las cambian de sitio, durante la noche. De tal manera, si hemos recordado un camino sirviéndonos de aquellas máquinas expendedoras, es posible que no podamos regresar debido a que las han quitado de las fachadas donde durante el día estaban.




AL LADO y ABAJO:
Como le decimos, no es muy recomendable fiarse de las máquinas expendedoras para orientarse, aunque estas sean de bebidas occidentales y nos parezca que podemos leer bien lo que pone ellas. Por lo demás, si se trata de bebidas típicamente japonesas y desea tomar algo; no se preocupe, eche la moneda y pulse al "tun,tun", algo le saldrá. Este es un medio de ir probando; quizás hasta un día le guste beber aquello que por casualidad salió intentando sacar "cualquier-cosa" de la máquina (por cierto, a mí ya me gustan mucho más estas raras bebidas que se venden en las expendedoras japonesas; en su mayoría tés y cafés calientes).



AL LADO Y ABAJO:
Tal como decimos no hay que preocuparse mucho de todos los signos que ponen en las calles. En la imagen, al lado, simplemente nos advierten de quienes pueden transitar. Bajo estas lineas vemos la entrada (salida) de un precioso templo, en el que simplemente tiene escrito sobre la calzada "Stop" en japonés. Evidentemente si uno se para a leer cada una de estas señales y teme que le pase algo, es seguro que ya no puede ni salir de casa... .




AL LADO Y ABAJO:
No se desesperen al verse rodeados de signos que no pueden entender. Déjense mimar por ellos y siéntanse arropados por una civilización extraña, ajena y milenaria. Cuando estaba recién llegado a Japón así lo hice yo mismo; al ver señales, ideogramas o kanjis que no entendía, simplemente intenté sentir lo mismo que cuando admiraba los petroglifos neolíticos, los jeroglificos egipcios, las tablillas cuneiformes, o los signos de las cuevas rupestres. Con el tiempo pude comprender que alguna relación había entre todo aquello; sino observen estos kanjis de las calles japonesas (al lado) junto a ese otro símbolo de una caverna extremeña, cercana a la antigua Emérita Augusta (foto bajo estas lineas).


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